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Historia del Mimbre
El mimbre, un material noble y versátil, ha sido parte fundamental de la historia de la humanidad desde tiempos ancestrales. Su uso se remonta a miles de años atrás, cuando las primeras civilizaciones descubrieron las propiedades únicas de las varillas flexibles y resistentes de los sauces, especialmente del Salix viminalis, la especie más utilizada para la cestería.
En el antiguo Egipto, el mimbre ya se empleaba para crear cestas, muebles y objetos cotidianos, evidenciado por los restos arqueológicos encontrados en tumbas y asentamientos. Los romanos también adoptaron esta técnica, expandiendo su uso por todo su imperio y perfeccionando los métodos de tejido. Durante la Edad Media, la cestería de mimbre se convirtió en una actividad esencial en las comunidades rurales, donde se fabricaban herramientas indispensables para la agricultura, la pesca y el transporte.
En España, el mimbre ha tenido una presencia destacada, especialmente en regiones como Castilla y León, Andalucía y Galicia, donde los artesanos han mantenido viva esta tradición generación tras generación. La destreza y el conocimiento se transmitían de padres a hijos, creando un legado cultural que ha perdurado hasta nuestros días.
Hoy, el mimbre sigue siendo un símbolo de sostenibilidad y artesanía. Aunque la industrialización ha transformado muchos oficios tradicionales, los artesanos del mimbre han sabido adaptarse, combinando técnicas ancestrales con diseños modernos para satisfacer las demandas del mundo actual. Cada pieza de mimbre no solo es un objeto funcional, sino también una obra de arte que conecta el pasado con el presente, recordándonos la importancia de preservar este patrimonio cultural.

El mimbre, un arte que ha resistido el paso del tiempo y sigue vivo.